Nuestra historia


Mamen y Rocío, madre e hija, fundadoras y almas creativas de La Campiña de Imber Rose, dan vida a este relato donde la pasión por las flores y la elegancia en el arte de vestir la mesa convergen en cada creación artesanal. De la pasión por la decoración nació la idea de crear ramos de flor artificial que nos permitieran disfrutar de la frescura de las margaritas en invierno, la elegancia de las peonías en otoño y la delicadeza de las rosas en cualquier estación, haciendo florecer la eternidad. Todas nuestras creaciones, llenas de historias únicas, añaden lujo y atemporalidad a cualquier espacio.

Detrás del nombre


En La Campiña de Imber Rose, nuestro nombre cuenta una historia de lluvia y flores. «Imber» en latín significa lluvia, esa fuerza que nutre y rejuvenece la tierra. «Rose», por otro lado, representa a las flores.  Más que un nombre, es una metáfora de la conexión entre la lluvia y las flores, la simbiosis que da vida. Como en la naturaleza, necesitamos ambos para florecer.

Inspiradas por las palabras de Rabindranath Tagore, «La vida es una interminable celebración de la vida misma». En La Campiña de Imber Rose buscamos embellecer cada momento de esa celebración contigo.

Qué hacemos


En La Campiña de Imber Rose cada creación es un relato único confeccionado con esmero y dedicación para realzar tus momentos más especiales. En nuestras creaciones, descubrirás la magia que transforma cada día en una celebración, un relato que habla a través del diseño añadiendo un toque especial a cada rincón de tu hogar. Nos embarcamos en un precioso viaje en busca de las flores más deslumbrantes y de cuidados productos artesanales de calidad que transportan a cada individuo a su propia campiña particular.

Entre bambalinas


Nuestra campiña, un sueño hecho realidad. La vida nos brinda segundas, terceras e infinitas oportunidades para reconocer lo verdaderamente importante. Desde aquí, nos dedicamos a embellecer la vida de las personas. Las flores son una manera de expresar cariño sin palabras, hacia nosotros mismos y aquellos que queremos, al igual que una mesa bien decorada es un recordatorio de que la belleza reside en lo cotidiano y en lo compartido, ya sea contigo o con los demás. Detrás de bastidores, nosotras disfrutamos de crear, viajar y explorar hasta encontrar aquello que nos haga recordar esto: La vida, con su lluvia y sus flores, merece ser disfrutada. Cuanto más embellecemos esos pequeños momentos, mejor se vuelve.